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Reseña histórica

Se vislumbran indicios ciertos de una comunidad cristiana en el siglo IV. Cuando es martirizado en Valencia San Vicente Mártir, el 22 de enero del año 304, siendo diácono de San Valero, obispo de Zaragoza, existía una comunidad cristiana.

Al final de ese siglo, o en el siguiente, debió instalarse la jerarquía eclesiástica, dependiente originariamente del metropolitano de Tarragona.

Justiniano (527-548), primer obispo cuyo nombre se conoce, en el año 546 firmó en segundo lugar en el primer Concilio Valentino, de la escindida provincia eclesiástica Cartaginense, con su capital Cartagena, a la que entonces pertenecía Valencia.

La jerarquía eclesiástica, durante la época mozárabe, subsistió en Valencia, hasta mediados del siglo XII por lo menos, si bien en el siglo XIII se daba por extinguida, aunque permanecieron varios núcleos cristianos en la ciudad y en algunas poblaciones.

Se rindió Valencia al rey Jaime I de Aragón el 28 de septiembre de 1238, y el Arzobispo de Tarragona, Don Pedro de Albalat, designó Obispo de la misma al dominico fray Berenguer de Castellbisbal, que no llegó a consagrarse, siendo elegido en su lugar el Prepósito de Tarragona, Ferrer de Pallarés, como sufragáneo de la provincia tarraconense.

Hasta el 11 de octubre de 1470 permanecieron en esta obediencia los obispos de Valencia. En esa fecha, Paulo II declaró exento de toda jurisdicción metropolitana a la sede valentina, siendo su obispo Rodrigo de Borja, cardenal vicecanciller de la Santa Iglesia Romana. El 9 de julio de 1492, Inocencio III elevó dicha sede a la categoría de metropolitana, dignidad que confirmó el 27 de agosto, Rodrigo de Borja, pocos días después de ser elegido Sumo Pontífice con el nombre de Alejandro VI.

Han presidido la diócesis veintiséis obispos con este título, y cuarenta y tres arzobispos desde que la Sede fuera elevada a metropolitana.

Un momento de especial esplendor tuvo la diócesis a mediados del siglo XVI. Sus Arzobispos Santo Tomás de Villanueva y San Juan de Ribera, junto con D. Martín Pérez de Ayala, aplicaron en nuestra diócesis la reforma que inspiró el Concilio de Trento, dejando una profunda y duradera huella pastoral y apostólica, confirmada por la vida y obra de santos como San Francisco de Borja, San Pascual Bailón y San Luís Bertrán, y los Beatos Andrés Hibernón y Gaspar Bono.

En 1350 nació en Valencia San Vicente Ferrer, que recorrió sus pueblos varias veces en fecundas actividades apostólicas, sembrando la Palabra de Dios y la devoción a Cristo crucificado.

Una obra de especial trascendencia es la inspirada por fray Gilabert Jofré, con su preocupación por los locos, inocentes y desamparados; obra que él vincula a su devoción a la Virgen María. Desde entonces, la Madre de los Desamparados es venerada con especial cariño e intensidad por el pueblo valenciano.

Muchos hijos ilustres de la Diócesis de Valencia han sido elevados a los altares. Entre ellos, destacan: Santa María Micaela del Santísimo Sacramento, Santa Teresa de Jesús Jornet y la Beata Inés de Beniganim.

Ha de destacarse también la labor realizada por Arzobispos, sacerdotes y religiosos en los sectores de la piedad eucarística, la veneración a la Santísima Virgen María, las devociones populares y el apostolado social. Esta labor es también asimilada y difundida por numerosos y beneméritos seglares, que militando en numerosas asociaciones apostólicas, manifiestan el mensaje de Jesucristo con valentía y autenticidad a sus contemporáneos. No se puede olvidar la influencia del “catolicismo social” del padre Vicent, y también de la Acción Católica y otras entidades de apostolado seglar.

El siglo XIX y el primer tercio del XX, como en toda España, la comunidad cristiana de Valencia vivió tiempos de gran agitación, que fueron testigos asimismo del nacimiento de nuevos institutos de vida consagrada, concluyendo esta época con la gran gesta martirial de 1936, en la que numerosos cristianos dieron su vida por Cristo en medio de la mayor persecución religiosa de la historia cristiana de Valencia. Fueron auténticos mártires por causa de la fe. Fueron libres de escoger entre el sistema ideológico que se les imponía y el Evangelio de Jesús al cual se habían adherido. El 11 de marzo de 2001, el Papa Juan Pablo II beatificó a 233 de ellos: 37 sacerdotes diocesanos, 39 fieles laicos y 157 religiosos y religiosas.

La constitución de la archidiócesis de Valencia como sede metropolitana queda configurada con las diócesis sufragáneas de Mallorca, Menorca, Ibiza, Orihuela-Alicante, Segorbe-Castellón y Albacete.

Sin embargo, los límites territoriales de las diócesis no siempre han estado estables. El último reajuste de los límites territoriales de la archidiócesis se efectuó por Decreto de la Sagrada Congregación Consistorial de 6 de junio de 1957 (B.O.A. de 1 de octubre de 1957, pp. 365-369) y en virtud del Concordato estipulado entre la Santa Sede y el Estado Español en 1953, en el que indicaba la conveniencia de modificar las demarcaciones de algunas diócesis de España.

Por las disposiciones del citado Decreto, que entraron en vigor el 1 de octubre del mismo año, Valencia cedió a la diócesis de Orihuela-Alicante los arciprestazgos de Jijona, Villajoyosa y Callosa de Ensarriá y recibió de la misma la parroquia de Ayora; de la diócesis de Cuenca recibió el arciprestazgo de Requena; de la de Segorbe-Castellón anexionó los de Ademuz, Alpuente y Chelva y le cedió a la misma el arciprestazgo de Villahermosa del Río, integrado por veintisiete parroquias situadas en las riberas y estribaciones montañosas del río Mijares.

Los límites actuales configuran casi en su totalidad los correspondientes a la provincia civil de Valencia, excepción hecha de la parte sur, en la que conserva los arciprestazgos de Benisa, Denia, Pego, Cocentaina y Alcoy, enclavados en la provincia de Alicante, que suman en su conjunto sesenta y tres municipios de dicha provincia.

La diócesis limita, pues, al norte con las diócesis de Teruel y Albarracín y Segorbe-Castellón; por el sur, con la de Orihuela-Alicante; por el oeste, con las de Albacete y Cuenca, y por todo el este con el mar Mediterráneo.

Finalmente, la Congregación para los Obispos, en virtud de las facultades especiales que le fueron conferidas por el Sumo Pontífice Juan Pablo II por el Decreto Vacetinae Toletanae de 28 de julio de 1994, determinó que la diócesis de Albacete, hasta entonces perteneciente a la provincia eclesiástica de Valencia, fuera agregada a la de Toledo. Dicho Decreto fue ejecutado en Albacete el día 30 de octubre de 1994.
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